Advertencia, este post trata sobre Batlle Scars (Miedo Encarnado: Heridas de Guerra) y destripa su final. Si no lo has leído y planeas hacerlo, abstente de continuar leyendo.
Cuando uno escucha que ha salido una nueva película de Marvel uno tiene tendencia a pensar, mira otra película basada en los personajes de los cómics. Parece que dentro de poco tendremos que hacer la reflexión inversa, un nuevo cómic basado en las películas. Ya habíamos visto antes cambios directos del cine sobre los cómics, los trajes de la Patrulla-X, un insultante intento de revertir a Mística a la apariencia reptilesca del cine, cargarse el matrimonio de Peter Parker (por cierto, ¿cuándo tardarán en devolvérnoslo a la adolescencia?), revisión del origen de Iron Man, devolverlo al alcoholismo, darle nombre propio a Pícara (tras años si tener nombre, de pronto todo el mundo empieza a llamarla por su nombre de pila como si ello fuera lo más normal), publicar Origin de Lobezno (creo que es la única influencia del cine sobre la que no tengo nada que objetar), dibujar los personajes con los rasgos de los actores y un largo etcétera.
Esto es exactamente lo que ocurre en Battle Scars (Miedo Encarnado: Heridas de Guerra). Una vez más las decisiones del director de la película, del equipo de casting o del encargado del vestuario repercute en los cómics. Ya teníamos a un Nick Furia de color en el Universo Ultimate, parece ser que no era suficiente, así que nos sacamos de la chistera a un hijo de color de Nick Furia, le arráncamos un ojo, le cambiamos el nombre por Nick Furia y que más da que no tenga ninguna experiencia como espía, lo metemos directamente a director de SHIELD.
La serie es interesante, te atrapa en sus páginas. Sufres al ver al protagonista, a quien asumimos una persona sin ningún tipo de superpoder, luchando contra supervillanos de primera índole. Sin embargo, a mi personalmente el final me ha dejado un sabor amargo.
En definitiva, que dejen al universo de los cómics en los cómics y al de las películas en las películas. Que no nos cambien 30 o 40 años de historia de un personaje solo por 2 horas de cine.